CUENTOS


Camello dependiente Al norte de Africa. En pleno desierto del Sahara, cobijado de una tormenta de arena, un camello del desierto planea hacerse comerciante. En el desierto no tiene clientes. Ha elegido una caravana que transporta especies rumbo al Norte, hacia España. Aprende a vender de los mejores: LOS GITANOS. –Compre bragas de la tía María las que roba de noche y las vende de día. Que un camello hable tiene mucho éxito y las ventas del tenderete mejora. Su socio no da abasto a guardar billetes y sonríe feliz Si llega la pasma, como llaman los municipales recaudadores del tributo local se hace la estatua. Aunque alguna vez creó ciertas dudas cuando el agente pelmazo recibió un pisotón en el pueblo de Colilla o una mujer se encontró babas de camello en el hombro en la población de Cenicero. Pero el camello comerciante de ropa quería conocer mundo y se fue al norte. Un camello de desierto venía de serie, que es como decirle nacimiento, con una muda de verano. Llegó a León y se puso la mitad de los leguins que tenían para vender en las piernas. Las cazadoras a la espalda, justo encima de sus jorobas. Lo peor fue no poder ponerse guantes en sus grandes pezuñas e increíble que no necesitaba perchas para exhibir las bufandas. Todo el catalogo iban distribuidas en su cuello. Que rico calorcito. Hasta que llegaron las heladas y sus toscas pezuñas no estaban hechas para patinar y su blanda panza tuvo que aprender a aterrizar. Patas arribas, la cadera descolocada… pensó, caviló, volvió a pensar y decidió que era un camello de desierto y no volvería a viajar al norte si no era de turismo y en primera clase.

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